jueves, 26 de febrero de 2015

En Busca de la Felicidad

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Si yo fuera tú...

Lo decimos y no lo hacemos. Nos pasamos la vida sermoneando y aconsejando al personal en toda clase de situaciones que puedan presentarse en el día a día, pero después no hacemos ni un 50% de aquello que predicamos.

Por otro lado, el personal se dedica a escuchar tus consejos y opiniones, dando la razón la mayoría de las veces a todo lo que se le comenta, pero después no hace nada ni remotamente parecido a lo que se le ha aconsejado. Y ¿Por qué? Porque es más complicado de lo que parece.

Las complicaciones se presentan en lo que yo llamo “situaciones límite”. Nada que ver con las situaciones normales que se consideran casi una rutina de estar por casa. En una situación normal, el consejo de tu amigo será el esperado, modelo totalmente estándar, talla 3. En una situación normal; tu acción será la acción esperada, lo que viene siendo “el procedimiento habitual”; por lo que ese consejo de tu amigo no era más que un protocolo de conversación. Las situaciones límite, sin embargo, tienen que ver con lo que supondría un cambio drástico en tu vida. “No estoy bien con mi pareja de hace 5 años”, “no estoy satisfecho en este trabajo”, “no me siento feliz en esta ciudad”, “no se si debería hacerme un corte de pelo radical” (no todos los casos tienen por qué ser tan dramáticos).

Este tipo de situaciones implican que cualquier cosa que se haga al respecto va a suponer un antes y un después. Cualquier decisión que tomes va a suponer un cambio mayor de lo que estás acostumbrado, una salida de la rutina. Va a suponer una etapa de soltería, volver a buscar trabajo, empezar a hacer la mudanza o no tener pelo suficiente como para poder hacerte una coleta.

La gente de tu entorno te aconsejará que hagas todo eso desde la perspectiva de “si yo fuera tú”, pero no es tan fácil. “Si yo fuera tú lo dejaría ahora que no habéis dado un paso más en la relación”, “si yo fuera tú, dejaría el trabajo y me iría a cualquier sitio para buscar qué me hace feliz”, “si yo fuera tú, ni me lo pensaría dos veces y lo haría”. ¡Aaahhh!, ¡Qué a gusto se está detrás del “si yo fuera tú”!

Si todo lo que me aconsejan parece tan estupendo ¿Por qué no lo hago? La gran respuesta general, por miedo. Algunos dirán “no tengo dinero”, “no estoy tan mal”, “creo que las cosas se pueden arreglar”, “¿y si después no me gusta?”, etc, etc, etc. Pero detrás de todas esas razones sólo hay una gran razón, miedo. Si fuera fácil tomar grandes decisiones drásticas que cambian toda tu vida, no serían grandes decisiones drásticas que cambian toda tu vida, estarías ,como he mencionado antes, en una situación normal.

El miedo, la vergüenza, la inseguridad, los nervios; todo equipaje que los seres humanos llevamos a cuestas. Y lo peor de todo es que no sirve absolutamente para nada. Es un equipaje que nunca vamos a necesitar. Un equipaje que no deberíamos facturar ¿Para que llevar en mi mochila una botella de agua si me la van a quitar al pasar el control del aeropuerto? Tengo dos opciones, o me quedo con mi botella o paso el control sin ella. Nadie dice que sea fácil, pero ¿Y lo bien que te quedas cuando te paras, te bebes la botella y la tiras como diciéndole al tío de seguridad: ale, ¡Jódete que me la he bebido!

Cada día tengo más claro que la vida hay que disfrutarla al máximo y que no es lo bastante larga como para perder el tiempo en un trabajo que te hace miserable o en una relación que ves que hace tiempo que no te lleva a ninguna parte. Cortate el pelo, viaja de mochilero, dile a tu cuñado que no hay quien lo aguante, déjate de si-yo-fuera-tús y se tú! Deja la botella atrás.

Aunque, pase lo que pase, nunca podré dejar de preguntarme: ¿Quién me mandaría a mi cortarte el flequillo?


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