viernes, 17 de abril de 2015

Por qué Debería Irme de Erasmus



Algo que todo estudiante debería hacer al menos una vez en la vida: irse de Erasmus.

Vivir un periodo de tiempo en otro país, relacionarte con gente de todas partes del mundo, practicar y estudiar en otro idioma, introducirte en una cultura totalmente diferente a la tuya, crecer como persona, romper miedos y abrir tu mente. Esto, entre otras muchas cosas, es lo que te aporta tener una experiencia internacional.

Para mi el Erasmus fue abrir una puerta para entrar en una sala llena de muchas puertas más. Recuerdo perfectamente casi cada día vivido. Todo te parece mucho más atrayente y excitante, todo te hace más ilusión, tu predisposición hacía las cosas es mucho más positiva, eres tú mismo más que nunca, vives todo con mayor intensidad y te dejas llevar porque sabes que es poco tiempo el que vas a estar. Aún así las amistades que haces terminan siendo para toda la vida y los momentos que vives nunca serán comparables con nada. Mi Erasmus en Ilmenau, Alemania fue mi primera gran experiencia internacional y detonante de muchas otras. Y desde luego cuando volví a España me sentía otra.

Absolutamente todo lo que te hayan contado seguramente será verdad, aunque existen algunos “Mitos del Erasmus” que tampoco hay que creerse al 100%:

-Los alumnos Erasmus no van a clase y aprueban las asignaturas. A ver, tienes que ir a clase y hacer tus exámenes como todo el mundo. Lo que pasa es que suelen ponerle las cosas un poco más fáciles a los estudiantes extranjeros (y no siempre) porque entienden que les puede costar un poco más que al resto por cuestiones de idioma, pero eso no quiere decir que te vayan a regalar nada. Si no vas a clase y no te presentas a tus exámenes date por suspenso.

-Los alumnos Erasmus están todo el día viajando a otros países. Es verdad que estudiantes que van a un continente diferente al suyo aprovechan para viajar todo lo que pueden porque están muy lejos de su casa y a saber cuando van a tener la oportunidad de hacerlo otra vez, pero hay que tener dinero. Las becas que te dan normalmente no son como para dar la vuelta al mundo ni mucho menos, por lo que muchos estudiantes de intercambio no pueden permitirse el lujo de viajar.

-Los alumnos Erasmus lo único que hacen es salir de fiesta. Hay que tener en cuenta que los estudiantes de intercambio suelen tener muchas menos asignaturas que el resto de estudiantes (yo por ejemplo en su día sólo tuve 3 asignaturas y una de ellas no tenía clase), por lo que se tiene mucho más tiempo libre. Y a la vez estás viviendo un periodo muy corto de intercambio, por lo que tienes muchas más ganas de aprovechar el tiempo. No es que todo el tiempo libre se invierta sólo en fiestas, pero desde luego la residencia se pisa lo imprescindible.

-Los alumnos Erasmus adelgazan y las alumnas Erasmus engordan. Cambias totalmente tu rutina habitual, pruebas diferentes comidas y bebidas, hay días en los que eres capaz de estar despierto 36 horas y “noches” en las puedes dormir 15 horas seguidas, no paras de hacer cosas a lo largo de todo el día y es fácil que pierdas la cuenta del número de cervezas que te has tomado. Todos hacemos exactamente lo mismo, sin embargo los chicos vuelven a su país más delgados y las chicas más gordas. Esto es así y no tiene ninguna lógica.

-Los alumnos Erasmus terminan rompiendo sus relaciones de pareja. Eso de que TODO EL MUNDO rompe con el novio/novia que tiene en su país al irse de intercambio es una de las razones que más asusta a algunos a la hora de decidir si aceptar el Erasmus o no. Si es verdad que al estar constantemente conociendo gente nueva y viviendo experiencias muy intensas es fácil conocer personas que te atraigan y conecten contigo, algo que puede contribuir a que tu relación de pareja termine con el tiempo, pero también he conocido mucha gente que se ha ido de intercambio teniendo pareja y en ningún momento su relación se ha visto afectada. Esto obviamente depende de cada uno.

-Los alumnos Erasmus sufren depresión “post-Erasmus”. Totalmente cierto. No conozco a nadie que se haya ido de Erasmus y no haya vuelto a su país con toda la pena del mundo en todo lo alto. Los primeros 3 días son maravillosos porque a todos nos gusta estar de vuelta y ver a nuestra familia y amigos, pero después... ¡PUM! Nos venimos abajo. Y es normal, se pasan muchas cosas en muy poco tiempo. No hay que contarlo, hay que vivirlo.

Yo le recomiendo a todo el mundo que pueda que se vaya, porque no conozco a nadie que haya tenido una mala experiencia, todo lo contrario. Piensa que a nivel económico la universidad siempre te va a ayudar. El programa Erasmus concretamente suele contar con buenas becas mensuales, que hacen posible que todo el mundo pueda permitirse la experiencia, aunque cada Comunidad Autónoma es un caso aparte.

Y en cuanto a número de plazas, es muy raro que se cubran cada año todas las que la universidad ofrece porque al final no tanta gente se va. Si por lo que sea has quedado fuera de la primera lista oficial de admitidos, sólo tienes que insistir cuando pase un poco el tiempo. Muchos estudiantes renuncian a su plaza y llega un momento en el que ya no te van a llamar; si nadie las reclama se quedan vacías. Siempre y cuando cumplas los requisitos mínimos para un intercambio, que suelen ser un número determinado de créditos superados y un examen del idioma del país de nivel B1, puedes conseguir una plaza siendo un poco insistente. Si quieres, puedes.

Aunque, pase lo que pase, nunca podré dejar de preguntarme: ¿Quién sería aquel que bautizó por primera vez este programa de intercambio con el nombre de “Orgasmus”? No me hace falta preguntarme en qué estaba pensando.

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